Resumen
Las ideas de cambio evolutivo y de selección natural fueron dos contribuciones extraordinarias de la ciencia del siglo XIX; Charles Darwin formalizó la primera sobre la base de algunos antecedentes notables e inventó la segunda, pero fue reticente a publicarlas en forma temprana. Ciertas afirmaciones del propio Darwin generaron la impresión de que, tras su retorno del viaje del Beagle, permaneció registrando y ordenando datos y realizando nuevas observaciones en búsqueda de una explicación (mecanismo causal) del cambio evolutivo. Ese relato podría no ajustarse a los hechos porque Darwin parece haber concebido sus ideas tempranamente, tal vez antes de 1840, aunque permaneció elaborándolas durante años. Su pretensión era publicarlas una vez que la evidencia en su favor fuera indudable. Temeroso de la opinión crítica de colegas y legos, Darwin examinó su teoría detalladamente, poniendo en evidencia sus supuestos más restrictivos y deduciendo “observaciones esperadas” en diversos escenarios, para los que con cierta frecuencia encontró contraejemplos. La demora de Darwin en publicar no se debió a que estuviera buscando la explicación; contaba con ella pero permaneció evaluando su confiabilidad. El proceso de concepción de la teoría evolutiva muestra que la creatividad es fundamental en el avance del conocimiento y, por esa razón, constituye un modelo valioso para la enseñanza de la ciencia.
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